domingo, 11 de junio de 2017

Hipertenso

Ya lo dejé escrito en alguna parte. Todo comenzó cuando compré una entrada para una función teatral y me hicieron subir al escenario a empujar un piano imaginario. Fue la gota que colmó el vaso. Había intentado entender la mímica con verdadero ahínco. Ví a Marcel Marceau, a James Thiérré, el mimo nieto de Charles Chaplin (por cierto, compartí reposabrazos con Gerladine Chaplin, pero esta es otra historia), no me perdí ni uno de los espectáculos del Tricicle, en fin, que por mí no quedó. Pero no conseguía encontrarle la gracia al asunto. Tampoco a la danza que llamaban contemporánea, sobre todo cuando los bailarines se revolcaban por el suelo como si estuvieran quemándose a lo bonzo. Impelido por mi bondad natural, quise dar una última oportunidad a estas artes escénicas. Y entonces fue cuando me hicieron empujar el puto piano de cola imaginario. Más allá del espantoso ridículo, me sentí estafado. A mí, cuando pago una entrada, no me gusta trabajar. Ahí empezó todo.
En las gasolineras, tienes que llenar tú mismo el depósito del coche (bueno, yo no, que no tengo carné). En algunos bares, pagas la comida antes de que te la sirvan (sólo este tema es para mear y no echar gota) y, después, te llaman por un altavoz oxidado y te toca ir a la barra y recoger el bocadillo o lo que sea. Coches que se conducen solos. Porteros automáticos. Cajeros automáticos. El otro día entré a un banco a realizar una gestión y el tipo de la caja se molestó: "podría haberlo hecho en el cajero o por internet". Y que no me jodan con que así se abaratan costes, porque lo que se ajustan son los puestos de trabajo y los sueldos, y yo me gasto lo mismo o más. Un timo. Filosofía sueca: "hágalo usted mismo". Tenemos que saber de todo. En lo analógico: carpintería, fontanería, electricidad, cocina, jardinería, música, bailes de salón, ganchillo... Además, hay que practicar todos los deportes (todos, sin excepción, desde el patinete a las hostias orientales). Jugar a las cartas. Practicar algún tipo de religión y/o medicina alternativa y/o ecológica. Pasear a las mascotas. Follar. Trabajar media jornada (doce horas). Ver series de culto. Salir por ahí con otras personas y hablar con ellas. Viajar lejos. Limpiar la casa. Y lo que me dejo. Leer, escribir, dibujar o ir al cine no son actividades obligatorias. En lo digital hay que conocerlo todo. Todo de todo. Si no, estás perdido. Corres el riesgo de ser un mindundi. Y como la tecnología avanza que es una barbaridad, hay que estudiar todos los días. Y, sobre todo, atender a las redes sociales. Día y noche. Dormir es opcional.
Así las cosas, ando bastante hipertenso. Pero peor lo lleva mi médico, que además de lo antedicho, ha de atenderme a mí y a otros inadaptados de mi calaña.

(Ver el capítulo 1 de la temporada 3 de la serie "Black Mirror")

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